Por Mauricio Álvarez Mora.
La cuenca del río San Juan es una
de las zonas más ricas en biodiversidad del mundo, además de un sitio de un gran significado histórico y cultural para los pueblos de Mesoamerica. En la actualidad, entre 35 y 40 plantas hidroeléctricas de todos los tamaños han sido construidas en esta cuenca, muchas de las cuales se construyeron en los últimos años al amparo de los esquemas de privatización de la producción energética y dentro de los nuevos y neoliberales esquemas de comercio internacional.
Hoy continúa vivo el interés en seguir construyendo represas en esta cuenca, ya tan afectada; se perfilan una gran cantidad de proyectos con interés en entrar en el sistema interconectado de transmisión de energía en Centroamérica y con miras a la exportación de “excedentes energéticos”.
Ante esta situación, la Asociación, para el Bienestar Ambiental de Sarapiquí (ABAS) solicitó una evaluación del impacto social y ambiental ocasionado por represas en la cuenca del río San Juan. La solicitud ha sido dirigida al Proyecto Pro cuenca coordinado entre los Ministerios del Ambiente de Costa Rica y Nicaragua para manejar la cuenca del San Juan y apoyado por el Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente Mundial, la Unidad para Desarrollo Sostenible de la OEA y el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, proyecto que debería estar interesado en revisar los impactos ambientales y sociales ya sufridos por la cuenca. En este sentido, ABAS, hace notar los efectos en la gran cuenca del San Juan de la construcción de represas: gran cantidad de kilómetros de cauces de ríos secos (30 kilómetros de cauces secos solo en la subcuenca del Sarapiqui), construcción de amenazas a la
población civil en caso de sismo, destrucción de fuentes de consumo de agua y
la destrucción de sitios para pesca y navegación.
Ya hay varias represas pequeñas
con serios daños en su construcción, que representan un riesgo a las
poblaciones; algunas reportan efectos de deterioro en fuentes de agua cercanas
para consumo humano y los agricultores han visto disminuidos los sitios de
abrevadero para el ganado. Es así como la construcción de represas en la cuenca
del San Juan alcanza ya las dimensiones de desastre ambiental.
En este escenario, ningún
beneficio directo se perfila para las comunidades afectadas, ya que muchos de
estos proyectos están generando grandes ganancias a los productores privados de
energía sin generar beneficios a las comunidades. La preocupación es grande por
parte de los habitantes de la cuenca cuando ven la intención de seguir
construyendo proyectos en esta cuenca sin haberse analizado el impacto
ambiental y social ya generado. Proyectos como la Planta Hidroeléctrica
Cariblanco que se gestionan para la cuenca del Sarapiquí, ocasionaría la
afectación de cerca de 60 kilómetros en la subcuenca del Sarapiquí, la
afectación del acueducto de San Miguel, y el descenso de caudal del río
Sarapiquí con mayor navegación en la cuenca y que mantiene oxigenada la
economía local tanto del lado de Nicaragua (San Juan del Norte) como el lado de
Costa Rica.
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