Por Mauricio Alvarez Mora, docente UCR, IDELA-UNA
Sin ningún sonrojo ni mayores consideraciones de fondo el presidente Carlos Alvarado y el canciller de la República, Manuel Ventura, anuncian que “valoran” aliarse a Brasil con el fin de hacer una dupla para integrar el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas y con ello “salvar” al mundo de la candidatura de Venezuela.
Al principio me pareció un chiste. Es decir, ¿para quitar a un mal candidato el gobierno se tiene que aliar con un ecocida del planeta? ¿Cómo y dónde se les ocurren estas ideas? ¿Cuáles son los filtros y el análisis? ¿De qué diantres sirve una cancillería y ministerios que no pueden conectarse con la realidad y asesorar al presidente?
Será que el tema me tomó llegando de participar como comisionado en el “Tribunal de los Impactos Petroleros a la Naturaleza, los Pueblos y los Defensores y Defensoras”, en la ciudad de Salvador de Bahía, en Brasil. Este espacio 0de la sociedad civil sesionó el 3 octubre pasado, en la Facultad de Derecho de la Universidad Federal de Bahía (UFBA).
Allí, un panel compuesto por comisionadas y comisionados de varios países de la región escuchamos de primera mano sobre el régimen de tierra, activistas y pueblos arrasados por las políticas etno y ecocidas, que en pocos meses ha impuesto el gobierno de Jair Bolsonaro. Las Quilombolas o territorios de personas negras y pescadoras arrasadas por la apertura, el despojo, y la privatización de PETROBRAS y la entrega de las costas a la extracción al desenfreno. El racismo ambiental y las zonas de sacrificio para poner refinerías, puertos oleoductos y vertederos de miles de porquerías que produce esta industria petroquímica.
Los hombres y mujeres del mar denunciando el asesinato de miembros de sus organizaciones, personas que han sobrevivido a varios atentados y que tienen en su piel las balas. Dentro del Tribunal, cada tanto las mujeres del mar entonaban canciones a Yemayá, Orisha y otros cantos de lucha que les dan ánimo para invocar la justicia. Ésta es cada día más injusta y lejana, desde que llegó Bolsonaro alentando el crimen, la misoginia, la homofobia, el odio, el armamentismo, la quema de la Amazonia, el extractivismo y la expansión de una criminal agro industria de ganado, palma y soja.
Brasil ha sido por muchos años el lugar donde más activistas han sido asesinados. Según un estudio de la organización británica Global Witness, entre 2002 y 2013 asesinaron 908 personas en el mundo por la defensa del ambiente; de éstos casos casi la mitad (448) fueron en Brasil. Además, resulta dramático que dicho estudio revele que en solo 10 de los casos hubo alguna condena en este período de 11 años, lo que representa tan sólo un poco más del 1% del índice total de asesinatos. Otro estudio publicado este año titulado “Tierra de resistentes” asegura que en la última década se han registrado 1.179 ataques a activistas defensores de los bosques y las fuentes de agua. Brasil, con 754, es el país que mayor número de ataques registra.
Esto es especialmente grave en la Amazonia, que concentra estos asesinatos. La actual estrategia de terrorismo de Estado ha “depurado” y “mejorado” las técnicas genocidas ejecutadas en la guerra contrainsurgente por el ejército de Guatemala de “quitar el agua al pez”; es decir, destruir las comunidades que estaban en rebeldía. Ahora en Brasil se mata al pez y se quema el agua y el mar. Para poder seguir expandiendo el agronegocio -en base a petróleo barato- se está prendiendo fuego a la Amazonia, con sus defensores y pobladores originarios dentro. Igualmente, hay un aumento alarmante en el abuso racial, la agresión sexual, el feminicidio y la violencia contra las mujeres y las personas LGBT.
¿Será que la gente del Gobierno tico ya está pensando y calculando los puestos en los que van a caer sentados después que termine esta administración? ¿Será que esto no los deja ver lo insensato de aliarse y asociarse con uno de los gobiernos más violentos del mundo, con la excusa de bloquear a Nicolás Maduro? Se sabe que Maduro no es ningún santo y que de igual forma está entregando cuanto mineral y petróleo hay a los chinos, quienes poco a poco están destruyendo y consumiéndolo todo.
Es muy importante que la sociedad, las organizaciones de mujeres, la población afro, la academia, artistas, las diversidades se pronuncien y presionen para hacer desistir al gobierno costarricense de esta pésima idea. Si Costa Rica se referencia -teóricamente- por la diferencia en trato de los derechos humanos es por mucha gente que ha puesto alma y solidaridad con los pueblos, que ha trabajado por la ecología y los derechos humanos, por los derechos de las mujeres, por los migrantes y por las diversidades. Todas estas personas que se sientan interpeladas favor de manifestarse urgentemente.
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