Este Primer Encuentro de Mujeres Costeras y Rurales no
surgió de una agenda institucional ni de una convocatoria vertical. Fue el
fruto de un proceso largo y paciente, gestado desde las comunidades y sostenido
por redes de afecto, organización y por el apremiante contexto. Fue un espacio
autónomo, autoconvocado, sin vínculos político-partidarios ni gubernamentales,
creado por y para mujeres con los pies en la tierra, el mar y el corazón en sus
comunidades.
Entre las organizaciones impulsoras estuvieron Unidas
Talamanca, el Foro de Mujeres Puntarenenses, la Asociación Cóbano Pro Derechos
de las Mujeres (ACOPROM), el Movimiento Feminista Santa Teresa y Sámara
Empoderada. Junto a ellas caminaron aliadas académicas, territoriales e
internacionales, como la Universidad de Costa Rica, a través del proyecto
Diálogos de Saberes y Geografía del Programa Kioscos Socioambientales y la
Escuela de Geografía, el programa de radio Voces y Política y la Escuela de
Ciencias Políticas. Por la UNA, el Programa Interdisciplinario Costero
(IDESPO), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la
organización Eco Pacífico Plus.
El propósito era claro: construir colectivamente una agenda
nacional que visibilizara las múltiples formas de exclusión, violencia y
abandono que enfrentan las mujeres rurales y costeras, particularmente en
contextos marcados por la precariedad institucional, la desigualdad estructural
y el abandono histórico del Estado.
Durante el Encuentro se compartieron realidades que duelen,
y también esperanzas que alumbran. Se nombraron problemáticas que se repiten de
costa a costa: violencia intrafamiliar y sexual sin respuesta institucional;
ausencia de juzgados especializados; falta de acceso a servicios básicos de
salud, educación y justicia; niveles alarmantes de pobreza, desempleo y
desarraigo.
Las lideresas compartieron cómo estas violencias no se
experimentan solo en lo privado, sino también en lo colectivo: en la exclusión
política, en la turistificación que desplaza a las comunidades, en la
contaminación de los territorios, en la criminalización de defensoras
ambientales, en la invisibilización de los saberes y las economías propias.
Frente a todo eso, estas mujeres no se quedaron inmóviles.
Desde sus territorios han venido tejiendo redes, impulsando procesos de
organización comunitaria, creando espacios seguros, sembrando alternativas
económicas, defendiendo los bienes comunes y, sobre todo, sosteniéndose unas a
otras.
En este contexto, fue imposible ignorar una noticia que
circulaba en paralelo: un informe de la Auditoría Interna del INAMU, revelado
por el Semanario
UNIVERSIDAD, que documenta el gasto de ₡534 millones en los llamados “Puntos
Violeta”, sin controles ni resultados. Oficinas que no atienden, fondos
ejecutados sin planificación, contratos otorgados sin justificación adecuada.
Todo esto, en el peor momento de violencia femicida que ha vivido el país.
Esa contradicción es insostenible: mientras las mujeres
rurales y costeras organizadas autogestionan redes de apoyo, el Estado
desperdicia recursos sin atender las verdaderas urgencias. Frente a eso, este
Encuentro se levantó como un acto de dignidad, de organización desde abajo y de
exigencia ética.
Uno de los acuerdos más importantes del Encuentro fue la
conformación de la Red de Mujeres Costeras y Rurales de Costa Rica, un espacio
nacional que articula procesos locales, potencia las voces territoriales y
apuesta por la continuidad del trabajo colectivo. Esta red busca fortalecer el
liderazgo comunitario, construir propuestas comunes y promover acciones
concretas para incidir desde los territorios.
Desde este encuentro, se lanza también un llamado a otras
mujeres que todavía no se han organizado, pero que sienten esa necesidad
profunda de hacer algo, de cambiar algo, de acompañarse. Que este país está
lleno de mujeres como ellas, que han empezado a caminar juntas y a construir
otras formas de habitar, de resistir y de transformar.
Y también se alza una demanda clara al Estado y a las
universidades públicas: que escuchen, que acompañen, que dejen de mirar desde
arriba y caminen al lado. Que pongan sus recursos, saberes y estructuras al
servicio de lo que ya se está gestando en los territorios.
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Se puede escuchar un programa de Radio Voces y Política sobre los resultados del Encuentro
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