miércoles, 21 de mayo de 2025

Con la Fuerza del Mar y la Tierra: Primer Encuentro de Mujeres Costeras y Rurales


Por Mauricio Álvarez Mora.

Si el 17 de mayo pasado usted sintió que algo se movía en el aire —como un oleaje rompiendo muros, como un rumor de tierra revuelta, como un eco contenido sacudiendo los pasillos del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, en Los Yoses— es porque algo verdaderamente poderoso ocurrió. No fueron truenos ni rayos: fue la energía indetenible de más de 70 mujeres rurales y costeras que se reunieron, por primera vez, en un encuentro nacional tejido con coraje, afecto y convicción.

Allí se escucharon otras voces: las que vienen de las islas, del manglar, de las costas y del campo, de las montañas frente al mar y de los caminos sin asfaltar, donde la vida cotidiana se sostiene con trabajo “invisible” y resistencia sigilosa. Fueron esas voces las que sacudieron el espacio. Porque cuando las mujeres de los territorios se organizan, algo cambia, algo se afirma, algo se siembra. Así lo sentimos quienes estuvimos apoyando en la organización del encuentro.

Este Primer Encuentro de Mujeres Costeras y Rurales no surgió de una agenda institucional ni de una convocatoria vertical. Fue el fruto de un proceso largo y paciente, gestado desde las comunidades y sostenido por redes de afecto, organización y por el apremiante contexto. Fue un espacio autónomo, autoconvocado, sin vínculos político-partidarios ni gubernamentales, creado por y para mujeres con los pies en la tierra, el mar y el corazón en sus comunidades.

Entre las organizaciones impulsoras estuvieron Unidas Talamanca, el Foro de Mujeres Puntarenenses, la Asociación Cóbano Pro Derechos de las Mujeres (ACOPROM), el Movimiento Feminista Santa Teresa y Sámara Empoderada. Junto a ellas caminaron aliadas académicas, territoriales e internacionales, como la Universidad de Costa Rica, a través del proyecto Diálogos de Saberes y Geografía del Programa Kioscos Socioambientales y la Escuela de Geografía, el programa de radio Voces y Política y la Escuela de Ciencias Políticas. Por la UNA, el Programa Interdisciplinario Costero (IDESPO), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la organización Eco Pacífico Plus.

El propósito era claro: construir colectivamente una agenda nacional que visibilizara las múltiples formas de exclusión, violencia y abandono que enfrentan las mujeres rurales y costeras, particularmente en contextos marcados por la precariedad institucional, la desigualdad estructural y el abandono histórico del Estado.

Durante el Encuentro se compartieron realidades que duelen, y también esperanzas que alumbran. Se nombraron problemáticas que se repiten de costa a costa: violencia intrafamiliar y sexual sin respuesta institucional; ausencia de juzgados especializados; falta de acceso a servicios básicos de salud, educación y justicia; niveles alarmantes de pobreza, desempleo y desarraigo.

Las lideresas compartieron cómo estas violencias no se experimentan solo en lo privado, sino también en lo colectivo: en la exclusión política, en la turistificación que desplaza a las comunidades, en la contaminación de los territorios, en la criminalización de defensoras ambientales, en la invisibilización de los saberes y las economías propias.

Frente a todo eso, estas mujeres no se quedaron inmóviles. Desde sus territorios han venido tejiendo redes, impulsando procesos de organización comunitaria, creando espacios seguros, sembrando alternativas económicas, defendiendo los bienes comunes y, sobre todo, sosteniéndose unas a otras.

En este contexto, fue imposible ignorar una noticia que circulaba en paralelo: un informe de la Auditoría Interna del INAMU, revelado por el Semanario UNIVERSIDAD, que documenta el gasto de ₡534 millones en los llamados “Puntos Violeta”, sin controles ni resultados. Oficinas que no atienden, fondos ejecutados sin planificación, contratos otorgados sin justificación adecuada. Todo esto, en el peor momento de violencia femicida que ha vivido el país.

Esa contradicción es insostenible: mientras las mujeres rurales y costeras organizadas autogestionan redes de apoyo, el Estado desperdicia recursos sin atender las verdaderas urgencias. Frente a eso, este Encuentro se levantó como un acto de dignidad, de organización desde abajo y de exigencia ética.

Uno de los acuerdos más importantes del Encuentro fue la conformación de la Red de Mujeres Costeras y Rurales de Costa Rica, un espacio nacional que articula procesos locales, potencia las voces territoriales y apuesta por la continuidad del trabajo colectivo. Esta red busca fortalecer el liderazgo comunitario, construir propuestas comunes y promover acciones concretas para incidir desde los territorios.

Desde este encuentro, se lanza también un llamado a otras mujeres que todavía no se han organizado, pero que sienten esa necesidad profunda de hacer algo, de cambiar algo, de acompañarse. Que este país está lleno de mujeres como ellas, que han empezado a caminar juntas y a construir otras formas de habitar, de resistir y de transformar.

Y también se alza una demanda clara al Estado y a las universidades públicas: que escuchen, que acompañen, que dejen de mirar desde arriba y caminen al lado. Que pongan sus recursos, saberes y estructuras al servicio de lo que ya se está gestando en los territorios.


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Se puede escuchar un programa de Radio Voces y Política sobre los resultados del Encuentro 

 

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