lunes, 11 de noviembre de 2019

Volvamos al futuro: No a la explotación petrolera en Costa Rica


Por Mauricio Álvarez, Henry Picado y Fabián Pacheco

Mientras las nuevas generaciones se aprestan a dar una de las batallas más trascendentales para la humanidad, otros -los que ya vivieron la mayoría de su vida- quieren precipitar la debacle climática del planeta al insistir en reactivar la explotación petrolera en Costa Rica.

La propuesta “Aprovechamiento de los Recursos Energéticos Nacionales” -léase correctamente: explotemos el petróleo, exportemos electricidad y debilitemos el MINAE-, que sería sometida a referéndum si logra el 5% de firmas del padrón electoral, es un claro proyecto de testamento para la salud del clima del planeta. De concretarse semejante retroceso, mataríamos nuestra verdadera gallina de los huevos de “oro”, ya que la verdadera riqueza de Costa Rica está en su biodiversidad y en la gente que la resguarda.  La propuesta señalada nos llevaría a lapidar la inspiración que ha generado Costa Rica a nivel internacional en ser libre de este tipo de extractivismos. Estas añejas y cavernarias propuestas de acabar con el futuro en un momento en el que hay que apostar por las nuevas energías y la protección de la biodiversidad solo pueden ser ocurrencias oscurantistas y desfasadas. 

El “referéndum petrolero” estará sentado sobre una posibilidad remota: la improbable existencia de petróleo en Costa Rica. Ni siquiera los impulsores de esta falacia pueden asegurar de forma certera que hay petróleo en este país. Al mismo tiempo, es evidente el deseo de cambiar la estructura del gobierno central para hacer de Costa Rica un enclave extractivista; es decir, hay gato encerrado. 

Los supuestos del proyecto presentan la misma colección de números alegres que se puede hacer con cualquier calculadora y que acompañaron las intenciones de pasados intentos de explotación petrolera, todos rechazados mediante estudios científicos, dictámenes técnicos, recursos legales y con organización social.

¿Cuántos chunches, televisores, trenes, casas o más carros podríamos tener o hacer? Todos estos números alegres lo que no nos muestran son los costos ambientales que traería esta industria para la sociedad, los ecosistemas y la maltrecha atmósfera. Precisamente las anteriores intenciones para esta actividad arrojaron mayores costos socio ambientales que los mentados y supuestos beneficios.

La sociedad costarricense llegó a un importante consenso de que nuestro desarrollo no debe basarse en la industria extractiva. Este consenso fue ratificado por una moratoria petrolera en la administración de Abel Pacheco. Óscar Arias se negó a firmar el contrato con la Mallon Oil. Laura Chinchilla amplió el decreto hasta el 2021 y la moratoria también fue ratificada durante la administración Solís y por la actual administración hasta el 2050.

Imagínense a los turistas viendo plataformas de explotación petrolera en la costa y sus típicas mareas negras de brea tapizando de inmundicia la arena blanca del Caribe… ¿Acaso se les olvida cuál es la principal fuente de divisas que tiene nuestra economía?.

La compleja propuesta para activar la exploración petrolera está acompañada por un extenso proyecto que, además, tiene muchos otros caballos de Troya, como sería la legalización del estatus de transnacional para el ICE, para la exportación eléctrica, y de RECOPE. Esto sería una clara contradicción frente a otra propuesta de referéndum para acabar con el monopolio de RECOPE. Este aspecto deja ver que este proyecto no está diseñado buscando la soberanía energética, sino para sumar energía a los circuitos transnacionales.

Tanto al ICE como a RECOPE se les fortalece; pero con la clara visión de exportar nuestros recursos energéticos y negociar fuera del país, para abaratar los costos y hacer transacciones con grandes consumidores eléctricos. Sin embargo, evidentemente esto tendría costos muy altos para las comunidades en materia de calidad ambiental, que no compensan los beneficios. Estos negocios terminarían siendo confites en el infierno.

El proyecto no aclara qué hacemos con el petróleo sin poder refinarlo aquí. Tampoco se aclara si RECOPE extraerá petróleo de la Amazonia y y lo traerá para refinarlo en el país. No se sabe en qué refinería ni a qué costos ecológicos ni económicos. Encontramos que el proyecto deja la posibilidad de extraer petróleo de cualquier parte del mundo (art.14). Lo anterior implicaría volver a dar la discusión sobre si construir o no una nueva refinería. Por supuesto que estos costos no están incluidos en los números alegres que plantea el proyecto.

Costa Rica empezaría a ganarse la fama de buscar nuevos horizontes con su compañía petrolera con fines de destrucción ambiental. Sería un sórdido escenario: ver empresas del estado costarricense envenenando mares, ríos y destruyendo recursos de comunidades locales en otras latitudes. Siempre que sucede igual, pasa lo mismo: La explotación petrolera es sencillamente una brutal agresión contra el ambiente y su gente. ¡Qué gran daño para la imagen del país ecológico que hemos intentado construir! Vemos en el horizonte a las nuevas generaciones de costarricenses enfrentando demandas internacionales por daños ambientales, a causa de esta cruzada oscurantista hacia energías que en unos pocos años ya serán obsoletas y anticuadas. ¡Y Dios guarde se dañe alguna “platina” de una torre petrolera fuera de Costa Rica!

También hay que aclarar que Costa Rica no tendría el petróleo a su disposición inmediatamente, una vez aprobada la ley. El país tendría que pasar por una larga etapa de prospección, con grandes impactos, ambientales, sociales y económicos. El país estaría cargando con ese costo, al mismo tiempo que sigue importando petróleo durante mucho tiempo. Esto sin ninguna certeza de que se encuentre el oro negro en el territorio nacional. Esto hace que esta idea aventurera sea aún menos conveniente en tiempos de crisis económica.

El proyecto propone un complejo andamiaje de seudo-estatismo; pero que se conoce muy bien en la industria petrolera, donde a pesar de que el petróleo sería de dominio público, el segmentado proceso industrial y la compleja arquitectura del negocio lo hacen las empresas de servicios, concesionarias, comercializadoras y trasnacionales. Es un negocio privado que gana a mano suelta mientras los impactos ecológicos y sociales son internalizados.

La propuesta busca crear un Ministerio de Energía separando las direcciones del MINAE que actualmente tiene relación con la energía y la minería. Es el viejo sueño de los extractivistas de salirse del área ambiental para poder volver a las cavernas. Además, el proyecto establece nuevas competencias para la ARESEP y la reforma de decenas de leyes para consolidar el cambio y dejar el MINAE sin la “e” de energía.

En el portal web del Tribunal Supremo de Elecciones ni siquiera está colgado el texto del proyecto petrolero. Mientras tanto, se andan recogiendo firmas para el referéndum cuando poca gente conoce el contenido de la propuesta. Hemos obtenido copia del texto por medio del mismo autor, a solicitud nuestra y por interés propio. Pero si se lograra a dar este referéndum, será oscuro y poco democrático. Al tiempo que el resto del mundo discute como reducir la quema de petróleo y migrar hacia otras alternativas, en Costa Rica se salieron de las cavernas retrógrados trasnochados irrespetando algo que ya fue discutido y acordado. Costa Rica ya decidió dejar el petróleo bajo tierra y liderar en temas ambientales.

Es urgente dejar los combustibles fósiles bajo tierra, dejar que el planeta se enfrié, dejar de quemar combustibles fósiles. Ya no hay tiempo para devolverse a este tipo de discusiones estériles y que retardan las decisiones y acciones que se necesitan para ayer.

¿Vamos a quemar el petróleo de Costa Rica, si es que lo hubiera y si es que fuera de buena calidad? ¿Vamos a quemar la atmósfera y el futuro de los que aún no han nacido, para después, cuando se acabe, empezar a buscar alternativas energéticas una vez el agotable recurso llegue a su fin? ¿O vamos a buscar y liderar desde ya la búsqueda de alternativas para algo que, de por sí, se va a acabar?

Después de una cumbre del clima, de planes para reducir la dependencia del carbono esta propuesta es una invitación a volver a la barbarie y al pasado. Ya se sabe que la tierra es redonda y no plana, y ya se sabe que, de seguir quemando petróleo, no habrá futuro. Flaco favor haríamos en darle publicidad a este disparate del anticuado oro negro. No debemos darle pelota a una sola persona que, con intereses particulares, quiera devolvernos 20 años en una discusión que ya pasó. Llamamos a las nuevas generaciones a organizarse y a pelear por su futuro. A los que ya jugaron y no aportaron en su momento les decimos que no sean tan inconscientes y dejen a las futuras generaciones las posibilidades y las condiciones para la sobrevivencia.  

 

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