lunes, 20 de febrero de 2017

Guacimal: ser río y esperanza


Por Mauricio Álvarez Mora.

En medio del calor del verano en una sencilla pero significativa fiesta, la comunidad de Guacimal recordó un importante hito: La Sala IV hace un año declaró con lugar un recurso de amparo de la comuidad de Guacimal de Puntarenas contra el Proyecto de Riego Guacimal-Sardinal.

Así que celebró con la solemnidad de la marimba, con el sabor de la comida a la leña en fogón junto al río, con la alegría de la piñata, desde la altura de zancos y aunque faltó el queque, el río cumplía un aniversario más ¡libre!. 

Se respiraba la alegría de una esperanza y la confianza en su propia historia y su fuerza para seguir adelante. La comunidad empezó a sospechar alegría cuando de una “espantaperros” o como dicen ahora tumbacocos el conjunto de música de la Chikuncumbia se anunciaba a sí mismo para el baile al caer la noche.

No hubo grandes discursos, pues esta es una lucha de convicción y sobrevivencia, hay una conciencia que no se trata solo de la palabra o la ley, sino de construir la certeza y hacerla instinto y con ello proteger el río, sin saber que también se salva el futuro de la propia comunidad y el mundo. Sí, así de pretencioso porque la esperanza es ese sentimiento que se desborda en contextos y momentos de tanto pesimismo como el que habitamos y profesamos.

 Cuando Guacimal decidió proteger su río vivía en la penumbra, en la duda, ensimismada en la desesperanza. No tenía ningún chance de ganarse a sí misma, de vencer el pretexto de entregar su río para el lucro de unos otros. Estaba naturalizado que emigraran sus jóvenes y que en la comunidad solo permanecieran niños y personas mayores.

Cuando estamos siempre contra corriente, hay una fuerza que es espiritual que nos llena de certezas y energía. Ganamos sin nunca ganar. Perdemos sin nunca perder.  Reímos siempre por no llorar. Eso le pasó a Guacimal no apostó a ganar si no que decidió apostar por ella. Se ganó, se reencontró y con ello despertó la esperanza y retomó su alegría.

El baile con la tradicional marimba se entremezclaba con jóvenes bailarines de breakdance que comparten la misma lucha por el agua en Aserrí. Nadie se negó a probar destreza en los sancos, tirarse en la piñata aunque el suelo fuera el polvo mismo o hacer carreras de sacos. Lo sencillo y lo alegre nos devuelve lo humano. Lo mágico nos devuelve el espíritu. Pero cuando se encuentra de manera colectiva se produce amor y con ello cambia todo, las dudas se convierten en convicciones, la desesperanza en fe y  la sombra en luz, nada que se compre es todo gratis.   

Saltar como Tarzán en una cuerda o bailar en sancos. Descolonizamos al niño interior que nos empuja a seguir cantando sin rima, pero con dulzura irreverente, a veces sin poder ganar, pero siempre pudiendo gozar. Compartimos los confites, intercambiamos las sorpresas, nos repintamos con pinta caritas. Soñar entre los vecinas y vecinos a que soñábamos juntos. 

Es la esperanza la que desbordó este sábado en Guacimal, con la certeza que las mejores luchas y aprendizajes están por venir y que no esperamos victorias si no cantar y fluir cómo con el río, movernos y sentirnos vivos, compartirnos y hacernos un poco menos humanos para ser más todas, todos y ser más río. 

Gracias a la comunidad por recordarnos lo natural y alegre que tiene que ser la vida, al ritmo del río, por dar certezas que dan caminos, que seguimos los “urbanitos” que despatriados recorremos y bebemos de su creatividad, irreverencia y nobleza.




 


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