martes, 27 de enero de 2015

Al recreador de la vida


Por Mauricio Alvarez Mora. 

En memoria de Rolf W. Ruge

Con una sonrisa tan ancha que le escondía los ojos, y un gran abrazo con manos grandes y abiertas, solía recibir Rolf Ruge a la gente en la Feria Verde, uno de sus más importantes legados, que celebramos en la fiesta de su partida. Sí, celebramos y festejamos en honor a la energía intensa y a la alegría que Rolf irradiaba, y que continúa hoy entre nosotros, aunque él esté ausente.

Rolf creó y recreó la vida que pocos logran. Es referente para los que ya coleccionamos años y hemos intentado resistir y vivir la vida tratando de reducir nuestras contradicciones y buscar, no solo el beneficio propio, sino proyectos de cambio social para el bienestar colectivo.

Cuando fuimos vecinos, recuerdo pasear por el barrio con mi hija en brazos y tener animadas conversaciones con Rolf acerca de sus proyectos de diseño arquitectónico, su crítica y propuesta frente a la sociedad de consumo, y sus reflexiones sobre la influencia de la naturaleza en su creación profesional.

Además de vecinos, fuimos compañeros de luchas, buscando cómo proponer otros modelos de habitar y de crear la urbe. Esas luchas fueron desde plantearnos salvar un árbol de higuerón de la tala rasa que suelen hacer las cableras, hasta luchar contra el proyecto de un megaedificio sobre la cuenca de la Quebrada Los Negritos. Por cierto, ese higuerón era un árbol que, para el alma de Rolf, formaba con sus ramas un ojo, la mirada de la Naturaleza frente a su casa.

La casa de Rolf fue un lugar de visita y peregrinación para las tribus organizadas como Bloque Verde, la Feria Verde y muchos soñadores y creadores de la arquitectura verde. Siempre recordaremos las fiestas creativas para armar los toldos de la Feria Verde y otras que permanecen en el inconsciente colectivo de muchos y muchas.

Sorprende y nos impacta su partida, y es que ineludiblemente nos pone en frente la opción de vida epicúrea que tomó nuestro amigo, que parece haber sido en sí misma presagio espiritual que da la constancia de que hay que vivir ya intensamente, entregándose con pasión a lo que a uno le gusta aquí y ahora.

¡Danzar la vida! ¡Vivir bailando! Contagiaba pasión el solo verlo en un concierto de Sonámbulo, en primera fila, de principio a fin, en un trance de alegría desbordante y sin complejos. Parecía entregarse a fuerzas sobrenaturales y sin afán de “show” contagiaba el virus de la libertad, de la vida de verdad.

Su fiel acompañamiento en diferentes luchas y convocatorias del Bloque Verde enseña que el activismo no es para y de jóvenes, sino para y de los enamorados de la vida. Rolf fue un activista de su propio destino y no un espectador más de la masa y pieza funcional para el sistema.

Legado. Tal vez no conocemos otras facetas de Rolf y su historia, pero la que conocimos inspira y transmite una lección trascendental: Decidir ser feliz siendo uno mismo, vivir sin miedo de salirse de los esquemas de lo “normal” y del “deber ser” que una sociedad individualista y avocada al consumismo nos impone.

Junto con gente soñadora y emprendedora como él, nos deja el legado vivo de la Feria Verde, donde le extrañaremos, pero en su honor seguiremos celebrando la vida regalándonos el corazón en cada abrazo, en medio de amplias sonrisas sin que nos reprima la razón.

Hoy, en medio de héroes de plástico barato hechos por manos de niños esclavos, cuando reina el individualismo y la incondicionalidad al sistema normalizante, hacen falta almas como la de Rolf, que quieran dar pruebas de rebeldía de amor y apuestas por la defensa de los bienes comunes, a la defensa de la vida misma.

Salud y hasta siempre Rolf.

Publicado en: https://www.diarioextra.com/Noticia/detalle/251378/al-recreador-de-la-vida


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