viernes, 9 de mayo de 2003

Impacto socio ambientales de las hidroeléctricas


Por Mauricio Álvarez Mora.

Es innegable, y se reconoce a nivel mundial, que las represas y plantas hidroeléctricas han brindado enormes beneficios económicos y alivios sociales, mediante oportunidades de desarrollo que dependen de la electricidad, desarrollo agrícola que depende de sistemas de riego, y mejoramientos de la salud humana en lugares donde la gente depende de poder almacenar agua potable. Además, las plantas hidroeléctricas, que son eficientes generadoras de energía, pueden –en lo teórico– reducir la dependencia mundial en combustibles fósiles, cuyas emisiones contribuyen enormemente al cambio climático.

No obstante, las represas y plantas hidroeléctricas también implican enormes costos ambientales, los cuales no siempre son obvios para el público, pero tienen importancia para el pueblo costarricense. En Costa Rica, donde existe una dependencia tanto ecoturística como agrícola, o sea, una dependencia fuerte del medio ambiente, será trascendental evaluar y tomar en cuenta posibles beneficios en relación con los costos inevitables a la naturaleza.

En términos del ambiente, las represas provocan una serie de consecuencias directas y significantes; también repercusiones sutiles, a veces no previstas, pero serias. Un río, sus tributarios y quebradas son una entidad viva, un sistema de vida de partes interactivos de dependencia mutua, análogo a un cuerpo vivo. El sistema del río, y los animales y plantas que albergan, son conectados por medio del flujo de agua, el cual afecta procesos físicos, químicos, y biológicos.

La creación de una represa significa un cambio profundo para el flujo de la fuente de vida de este sistema, es decir, el movimiento del agua. Al embalsarlo, el flujo de agua hacia abajo disminuye o se para completamente, causando la muerte de esa parte del río, y cortando conexiones entre el sistema.

La interrupción de flujo afecta poblaciones migratorias, así como a las especies que dependen de ellas. Por ejemplo, en la vertiente atlántica, existen especies de peces populares para pescar como el sábalo real y el róbalo que hacen migraciones anuales hacia arriba y abajo, para reproducirse y crecer. Un bloqueo de su vía acuática significa que no pueden cumplir estas críticas etapas de sus vidas. La separación de poblaciones, sea de peces, insectos acuáticos, camarones de agua dulce, u organismos ni siquiera conocidos por nosotros, produce un bajonazo poblacional, facilitando una cadena de efectos negativos para ellos tanto como las especies con que interactúan. Para los peces, un bajonazo poblacional implica una erosión genética y, por eso, una mayor posibilidad de extinción. Las especies que interactúan con los peces (como, por ejemplo, las nutrias que se alimentan de peces) sufren debido a la carencia de alimento. Otras especies, como insectos cuyas poblaciones son reguladas por la depredación por parte de los peces, escapan de control, y pueden llegar a tamaños poblacionales exagerados.

Las represas también paran la dinámica del caudal –inundaciones y bajadas naturales– que hace posible diversas formas de vida. Por ejemplo, las orillas de ríos atraen una gran cantidad de pájaros (¡y pajareros detrás de ellos!), como la garza del sol que, debido al lavado natural, pueden encontrar presa expuesta en la arena y piedra. El cambio del caudal natural resulta así en la pérdida de áreas importantes de alimentarse de los pájaros.

Más arriba de una represa, el ecosistema experimenta otros efectos ligados con la inundación debida al embalse. El agua embalsada detrás de la represa cubre áreas que previamente albergaban organismos que dependen del hábitat terrestre o de las quebradas y pozas adyacentes al río. La tierra firme y los canalillos de aguas desaparecen en una laguna, y desaparecen en conjunto con ellos animales que reproducen o viven en ellos. Por ejemplo, la rana warszewitschii, que ahora existe en franjas angostas –habiendo perdido grandes partes de su hábitat original– dependen de estas áreas que se disuelven con la creación del embalse.

Mientras algunas especies desaparecen debido al embalse e inundación, se crea un hábitat especial y una vía excelente para la introducción de organismos no nativos, cuya presencia puede impactar negativamente las especies nativas. Por ejemplo, peces nativos sufren extinciones con las introducciones intencionales de tilapia, debido a su mejor competitividad. Igual, la introducción de la planta lirio de agua en Centroamérica ha precipitado la pérdida de plantas nativas y, a la vez, ha creado hábitat para zancudos.

El efecto de represas tiene un alcance largo, inclusive hasta la costa del mar donde las alteraciones del flujo de nutrientes y sedimentación pueden afectar manglares, playas y la costa en general. Bajo condiciones naturales, un río lleva sedimentos y nutrientes, que son depositados en los bordes a lo largo de su corrida al océano, si no son atrapados en los embalses de represas. Los sedimentos son especialmente importantes en la creación de manglares, caracterizados por su alta productividad, la cual hace posible, entre otras cosas, la producción comercial de camarones. La sedimentación es también crítica para el mantenimiento de playas, las cuales se encogen y desaparecen si las represas previenen el flujo de agua y materiales.

La construcción de represas, y la infraestructura asociada, tanto como la maquinaria misma, tienen sus propios impactos. En la construcción, hay contaminación directa por medio del material que se bota al río y los bordes.

Caminos construidos para acceder y mantener la represa y las instalaciones, pasan muchas veces por rutas previamente prístinas. Esto implica la destrucción del hábitat y también expone el área a diferentes tipos de presiones. El daño sigue: el mecanismo específico utilizado por las plantas hidroeléctricas puede causar la muerte de organismos, por ejemplo, los que se atrapan en la tubería o en las turbinas.

Urge una priorización en el uso indiscriminado que se está proyectando para hacer plantas hidroeléctricas en Costa Rica. Hay cuencas que deberían mantenerse libre de este tipo de desarrollos, tomando en consideración numerosas variables ambientales con la participación de técnicos y científicos, no sólo para causar un mínimo impacto en la biodiversidad y ecología de ríos, sino también en consideración de una industria limpia como el turismo naturalista, riego y otros usos.

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