Durante décadas, Ojochal fue una comunidad rural con fuerte presencia campesina, centrada en actividades como la ganadería y la agricultura. Sin embargo, a partir de los años noventa, comenzó un proceso acelerado de turistificación, impulsado por inversión extranjera, la compraventa masiva de tierras y el desarrollo de proyectos inmobiliarios dirigidos principalmente a jubilados de Canadá y Estados Unidos.
Este fenómeno ha transformado profundamente el uso del suelo, desplazando a muchas familias locales y reconfigurando el tejido social y económico de la comunidad. Las antiguas fincas ganaderas se han convertido en lujosas residencias con vista al mar, mientras los antiguos dueños de la tierra pasaron a ser empleados o arrendatarios dentro de un nuevo modelo turístico.
Una frontera en movimiento
La investigación de Leiva analiza esta transformación como una "frontera en movimiento", es decir, el tránsito de una frontera agrícola a una frontera turística. A través de conceptos como la producción social del espacio de Henri Lefebvre y la gentrificación rural, el estudio plantea una pregunta clave: ¿se ha dado en Ojochal una exclusión sistemática de las poblaciones locales para favorecer a una élite extranjera?
Los datos respaldan esta hipótesis. Entre 1990 y 2024 se registraron más de 3.000 transacciones de tierras, principalmente compraventas. El 68 % de las propiedades analizadas tienen precios que oscilan entre los 250 mil y los 750 mil dólares, lo que ha disparado el valor del suelo y dificultado el acceso a la tierra y la vivienda para la población local.
En paralelo, el precio promedio del alquiler ha aumentado en un 49 %. Muchas personas relatan haber tenido que abandonar la comunidad por no poder sostener el costo de vida. Es una turistificación que se vive también como desplazamiento.
Según los estudios registrales incluidos en la investigación, entre el 70 % y el 75 % de las propiedades en Ojochal están en manos de personas extranjeras. Esta estimación se basa en una muestra de aproximadamente 3.000 hectáreas, muchas inscritas a nombre de sociedades anónimas.
Costa Ballena: una marca, un modelo
Ojochal no es un caso aislado. Forma parte de una estrategia territorial más amplia: el proyecto turístico "Costa Ballena", una marca que agrupa a las comunidades de Dominical, Uvita y Ojochal. Esta narrativa promociona la región como un "paraíso interconectado", donde la biodiversidad, la naturaleza virgen y el estilo de vida tropical son los principales atractivos.
Este discurso ha legitimado un modelo de apropiación territorial bajo una estética conservacionista, que oculta sus impactos sociales y económicos. La imagen de armonía con la naturaleza sirve, en muchos casos, como fachada para el avance de un modelo excluyente y especulativo.
El rol del Estado y los dilemas actuales
El papel del Estado ha sido, en palabras de Leiva, profundamente ambivalente. Con frecuencia ausente en la regulación, ha permitido que el desarrollo turístico avance sin planificación adecuada, mientras se contemplan propuestas como la construcción de un aeropuerto internacional en la región.
Leiva destaca que la turistificación no solo transforma el paisaje, sino también el sentido del lugar y las formas de vida. Hoy, Ojochal enfrenta un dilema urgente: ¿cómo convivir con el crecimiento del turismo sin perder su identidad ni expulsar a quienes históricamente han habitado este territorio?
¿Qué está en juego?
Las respuestas a estas preguntas no solo definen el futuro de Ojochal, sino también el rumbo que como país queremos seguir en relación con el turismo, la tierra y la justicia territorial.
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Se puede ver un programa de Radio Voces y Política y acceder a la tesis «La frontera en movimiento: la turistificación de Ojochal de Osa, 1990-2024
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