jueves, 24 de enero de 2019

La corporalidad de la memoria


Por Mauricio Alvarez Mora, Profesor de IDELA- UNA, coordinador de Kioscos Socio ambientales 

Hace 24 diciembres atrás, tres historias y sus cuerpos trascendieron la tangible y limitada corporalidad que comprendemos, para tomar otra alojada en la memoria y el corazón de otras personas, incluyendo a muchas que nunca los conocieron más allá de los mitos y la historia subterránea.  
Para unos esas nuevas corporalidades representaron un salto a la vida misma, una promesa de compromiso, ideales y sueños. Desde la lucha y persistencia reivindicamos esa nueva configuración de sus vidas.  Mientras la versión “oficial” fue otra historia más de descalificación, estigmatización e impunidad, convertida en ese momento como una narración fundante y permanente para el terror político.

Pensar en la memoria y el recuerdo de hace 24 años es des compartimentar imágenes cargadas de sentimientos que cobran vida, y que selectivamente construyen un andamiaje individual de un hecho que marca una frontera en la memoria.

Esta construcción emocional dicta unos lúcidos recuerdos y transparenta hasta desaparecer otros. Idealiza, para acomodar las memorias de alguna forma con la que podamos seguir viviendo en una cierta funcionalidad.

El texto “Los terrorismos a la tica”* lo construí para hacer una tipología de la crimen político y nace del trauma de la muerte de Oscar Fallas (1955-1994), María del Mar Cordero( 1967- 1994) y Jaime Bustamante( 1958-1994) con los que compartí de 1991 – 1994 en la Asociación Ecologista Costarricense (AECO). Estos personajes con los que hay una deuda de justicia y gratitud.

Es una modesta apuesta por prender una pequeña chispa, como parte de toda la luz que falta. Un intento de hilar muy parcialmente el contexto del tipo de violencia política que permanece anónima. Una forma de vencer mi propio miedo y la impunidad institucionalizada en las estructuras mentales e institucionales.

Falta despertar y reconstruirnos a partir de muchas más memorias censuradas por esta violencia instituida. Vencer el miedo que instituye el terrorismo en las personas afectadas, miedo que es el principal vehículo de la impunidad y el dolor. Es un intento de darle otra vida a la corporalidad que nace del trauma.

Es apenas una introducción para que muchas otras historias y relatos alimenten más memorias que siembren justicia y resarcimiento, en el país de marca más felizmente amnésico y ecológicamente más contradictorio del mundo.



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