jueves, 18 de octubre de 2012

520 años en defensa del maíz


Por Fabián Pacheco Rodríguez y Mauricio Alvarez Mora.

Frente a los transgénicos, la defensa del maíz es prioridad

En América precolombina existían miles de variedades de maíz que, por la importancia espiritual, alimentaria y geopolítica para las culturas locales, fueron concentradas y exterminadas por los españoles como una forma más de control y conquista. Hoy, las empresas trasnacionales continúan con esa labor colonialista, mediante variedades transgénicas. La trasnacional Monsanto amenaza con instalar en Argentina la fábrica de maíz transgénico más grande de la historia.

En América, la defensa del maíz es prioridad y se está dando en medio de una fuerte discusión internacional sobre el peligro del maíz transgénico. Recientemente se dio a conocer una investigación realizada por CRIIGEN (Comité de Investigación y de Información Independiente sobre Genética) Universidad de Caen, Francia, donde se alimentó durante dos años a 200 ratas con un tipo de maíz transgénico. Los resultados arrojaron que las ratas alimentadas con este tipo de maíz murieron prematuramente y tuvieron una frecuencia de tumores del 60 al 70%.

Ante la evidencia científica dada a conocer en Francia, Rusia ha suspendido temporalmente la importación del maíz transgénico de Monsanto. La agencia rusa de protección del consumidor (ROSPOTREBNADZOR) anunció que la importación y comercialización del transgénico será suspendida hasta estudiar las implicaciones del estudio francés.

Hoy, en América, la contaminación de variedades autóctonas con transgénicos es una realidad confirmada por el trabajo de monitoreo desde la sociedad civil. En el 2006, los ecologistas de Mesoamérica realizaron un monitoreo y encontraron variedades de maíz transgénicas prohibidas para el consumo humano en el Mercado Central de San José y en la ayuda alimentaria de la región distribuida por el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Agencia Internacional Estadounidense para el Desarrollo (USAID).

Libre comercio de genes. La convergencia entre transgénicos y los tratados de libre comercio de Estados Unidos con América Latina, constituyen una agresión premeditada y perversa sobre los derechos más fundamentales de la gente campesina e indígena.

Las comunidades tienen más de 10.000 años de venir experimentando para tener las mejores variedades de maíz. Los tratados están privatizando esa herencia para generar ganancias empresariales, han obligado a comprar a los países maíz transgénico de la agroindustria del Norte y a venderlo barato en los mercados de México y Centroamérica. También eliminaron el apoyo económico a los productores nacionales, minando de esta forma el sustento de miles de familias campesinas.

Imperialismo genético corporativo. Las trasnacionales del monocultivo degeneran y convierten el maíz en algo que no se parece en nada a lo que nos heredaron los ancestros; insisten en borrar nuestra cultura, invadiendo el campo agrícola con transgénicos, generando nuevas formas de dominación de los pueblos a través de sus simientes y su comida. Estos genes intrusos, que de ninguna forma natural hubieran estado dentro de nuestro maíz, hoy aparecen sin pedir permiso en las milpas campesinas.

Contaminar intencionalmente los centros de origen de diversidad del maíz en América – a tal extremo de que se apreciara como irreversible — es el proyecto que amenaza con exterminar nuestro verdadero maíz.

En el maíz se entrelazan un tejido de relaciones culturales con la tierra y la gente; es incluso una manera de vivir. El maíz, más allá de ser un cultivo, es además un proyecto social que sustenta culturas milenarias.

La defensa del maíz debe hacerse de forma participativa e incluyente, retomando las comidas y las tradiciones asociadas. La defensa del maíz requiere tantas estrategias como variedades y razas existentes hay.

Hoy, más que nunca, debemos retomar nuestra profunda relación con el maíz, como una estrategia alegre, fértil y colorida, que fomente la desconexión del sistema alimentario transnacional, sus injustas leyes y sus contaminadas semillas.

La lucha contra los transgénicos es fértil semilla en defensa del bienestar de la gente y la tierra. Es una lucha en contra del lucro corporativo que antepone su rentabilidad económica a la salud de las personas y a la del ambiente.

Por eso en esta lucha es vital el cuido y la siembra de nuestro maíz ancestral americano.

¡Que permanezca la vida!

Publicado en:

https://www.nacion.com/opinion/foros/520-anos-en-defensa-del-maiz/VYTEMNURQNGRFFSSZOC7TT73OQ/story/

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