Por Mauricio Álvarez Mora. Ecologista, facilitador de la Red Oilwatch en Mesoamérica y docente de la UCR
Un desastre que superó cualquier cálculo
En abril de 2010, el mundo fue testigo de una de las peores catástrofes ambientales de la historia: el derrame petrolero en el Golfo de México. Según cifras del gobierno estadounidense, el flujo de crudo alcanzó entre 35.000 y 60.000 barriles diarios. Informes extraoficiales de BP elevaron esa cifra hasta 100.000 barriles por día. Para ponerlo en perspectiva, eso equivale al consumo diario de petróleo de Costa Rica en 2008, mientras que Estados Unidos consume más de 20 millones diarios.
Víctimas invisibilizadas
Once trabajadores —obreros e ingenieros— perdieron la vida en el accidente. Como en tantos otros desastres industriales, sus nombres y rostros quedaron en segundo plano. También lo fueron las cientos de personas heridas o fallecidas en incidentes previos en plataformas del Golfo durante las últimas tres décadas. El dolor humano queda borrado cuando los intereses económicos son tan grandes.
¿Limpieza o encubrimiento?
Lejos de asumir su responsabilidad, British Petroleum optó por maquillar el derrame. Dispersó el petróleo con productos químicos para que no flotara, restringió el acceso de la prensa, compró el silencio de pescadores, y se enfocó únicamente en proteger su imagen y sus acciones bursátiles.
Uno de los químicos utilizados, Corexit, no solo ocultó la magnitud del desastre, sino que aumentó la toxicidad en las profundidades marinas. Según Greenpeace, el uso de dispersantes redujo costos a BP al evitar el uso masivo de barcos recolectores. Pero ese “ahorro” significó un aumento de muertes de peces, aves y daños irreversibles a la cadena alimenticia.
El mito de la “tecnología de punta”
Este desastre echó por tierra el discurso repetido por las petroleras: “tecnología de punta”, “estándares internacionales” y “procesos amigables con el ambiente”. La realidad es que ninguno de esos slogans evitó la tragedia ni logró responder a tiempo.
Corrupción institucionalizada
Se destapó además la corrupción dentro del gobierno estadounidense. La agencia federal Minerals Management Service (MMS) tenía la función de regular la actividad petrolera, pero se demostró su estrecha relación con las compañías del sector. El gobierno de George W. Bush incluso eximió a BP y Transocean de presentar planes de emergencia ante accidentes.
En una audiencia parlamentaria, el congresista Ed Markey reveló que varias petroleras, incluyendo BP, mencionaban en sus planes de emergencia la protección de morsas... ¡aunque hace tres millones de años que no habitan el Golfo de México!
El Golfo, militarizado y contaminado
Hoy, el Golfo de México está controlado por las petroleras y resguardado por los ejércitos de Estados Unidos y México. Los pescadores han sido desplazados por la expansión de la industria y el deterioro ambiental. Desde 2001, se han registrado más de 850 incendios y explosiones en plataformas solo en esa región.
¿Vale la pena?
Las más de 3.800 plataformas que operan en el Golfo apenas aportan un 8% del consumo diario de petróleo de EE. UU. No es una solución sostenible. No puede serlo. A cambio de una fracción del suministro energético, sacrificamos ecosistemas, economías locales y vidas humanas.
BP: un historial de tragedias
Este no fue un caso aislado. BP ya había protagonizado desastres como la explosión de su refinería en Texas en 2005 (15 muertos, 170 heridos) y un derrame de 200.000 galones en Alaska en 2006. Por estos incidentes, recibió multas que no representan más que un pequeño pellizco en sus millonarias ganancias.
Todos se lavan las manos
Las demás petroleras culparon a BP. BP culpó a Transocean, dueña de la plataforma. Transocean culpó al operador. Halliburton dijo que el pozo fue mal manejado. Cameron International, fabricante del sistema de seguridad, también fue acusada. Una cadena de irresponsabilidades disfrazada de eficiencia corporativa.
Obama, el giro energético que no fue
El presidente Obama, que prometió en campaña limitar la exploración petrolera, había levantado la moratoria en aguas profundas apenas días antes del derrame. Su administración también recibió aportes de campaña por parte de las empresas implicadas. ¿Quién debe patear a quién?
¿20 mil millones para limpiar?
BP anunció una inversión de 20 mil millones de dólares para limpieza. Parece mucho, pero representa apenas el 6% de sus ingresos en 2009. El petróleo es barato porque no paga sus verdaderos costos: ambientales, sociales, culturales. De hecho, hoy un barril de Coca-Cola puede costar más que uno de petróleo.
La verdadera catástrofe es seguir como estamos
El problema no es solo un derrame. Es el modelo. La catástrofe es continuar subsidiando una civilización adicta al petróleo con miles de millones de dólares para seguir perforando en Alaska, el Ártico, la Amazonía o Talamanca.
Durante tres años, las petroleras invirtieron 39.000 millones de dólares en buscar nuevos campos. ¿Y cuánto invirtieron en seguridad, prevención y respuesta ante accidentes? Apenas 20 millones al año. Un verdadero insulto a la inteligencia y al planeta. (Klein, The Guardian, 19-06-10)
No hay comentarios:
Publicar un comentario