sábado, 15 de noviembre de 2003

Río Pacuare, santuario natural


Por Mauricio Alvarez Mora.

El río Pacuare está localizado en la provincia de Cartago, al sureste de la zona montañosa central de Costa Rica. Nace en las montañas al norte del parque nacional Chirripó y su cuenca ocupa un área de 885km2 en dirección hacia el Caribe, donde desemboca aproximadamente a 41km al norte de Puerto Limón. La cuenca incluye zonasmde zonas de vida como Bosque pluvial premontano, Bosque muy húmedo premontano y Bosque muy húmedo tropical.

El Pacuare es uno de los ríos más bellos del planeta. El río es también la casa ancestral de comunidades indígenas costarricenses que, por siglos, han cohabitado con él sin destruirlo. Sin embargo, a pesar de sus condiciones naturales, el Pacuare está en inminente peligro de muerte, porque el Instituto Costarricense de Electricidad tiene planeada la construcción de los proyectos hidroeléctricos Boroi, Tanari, Atirro, Pacuare y Siquirres.

El río atraviesa y colinda con áreas protegidas de distinta categoría, como la Reserva río Macho, Parque nacional Barbilla, Reserva forestal Pacuare, Zona protectora cuenca del río Tuis y zona protectora Siquirres, exactamente en el sitio donde el río sería represado para construir el proyecto hidroeléctrico Siquirres. El territorio del Pacuare alberga las reservas indígenas Barbilla- Dantas y Chirripó, en las cuales se ubican las comunidades Valle Escondido, Simiriñak, Awari y Nimari, estas dos últimas sobre la margen del río.

En caso de construirse las represas, todos los ciclos naturales del río serían alterados y como consecuencia la esencia de la vida de estas comunidades que dependen del río para vivir. La destrucción de los ecosistemas acuáticos pondría en riesgo las especies de peces que la población indígena pesca y come; en otros casos implicaría el desplazamiento forzado de las comunidades.

Las exploraciones demuestran que dentro de las áreas de impacto directo de las hidroeléctricas se localizan sitios arqueológicos que desaparecerán, o serían alterados de manera irreparable. Si el Pacuare es represado se violará el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, que protege los territorios indígenas y conmina a los Estados a respetar la autonomía de esta población. Las represas significarían un caso claro de violación de los derechos de propiedad, culturales y de vida de pueblos indígenas costarricenses.

Pacuare se extiende en territorio de los cantones Turrialba, Jiménez, Siquirres y Matina. Alberga las comunidades de Mollejones, San Pablo, Pacuarito, Bajo Pacuar, Pacayitas, Paso Marcos, Cimarrones, Tres Equis, Cabeza de Buey, San Joaquín, entre otras, todas las cuales sufrirían distintos niveles de impacto con los proyectos hidroeléctricos planeados por el ICE. Estas comunidades definen el río como un recurso de vida, recreación, belleza, pesca, fuentes de trabajo en turismo, ganancias, etc. Entienden que sus bosques son la casa de cientos de especies de animales, y explican: “todas las familias vamos al río, lo usamos y confiamos en tomar agua porque es limpia”. Saben de la riqueza natural y cultural de la cuenca, y su intención de protegerlo es definitiva frente a lo que califican como la “muerte del Reventazón” después de construida la planta hidroeléctrica Angostura.

Las relaciones del ICE con las comunidades del Pacuare reproducen el mismo patrón de otros proyectos hidroeléctricos: ausencia de información y diálogo e incursiones en los territorios de la cuenca sin aviso ni consulta. Las comunidades nunca han recibido documentos oficiales de autoridades del ICE se han enterado de los posibles proyectos porque han visto la construcción de trochas y los deslizamientos provocados, apertura de túneles de exploración, etc. Fue en octubre del 2002, en un encuentro del Grupo de Enlace de Comunidades del Pirrís con la Dirección de Proyectos del ICE, en la que participaron organizaciones de Pacuare y Savegre y, por la presión de las comunidades, el ICE se comprometió a facilitarles la documentación oficial sobre los proyectos, en los que han trabajado durante décadas.

Por ser uno de los ríos más bellos del planeta, y un espectacular y único portento para la práctica del rafting –debido a su caudal y belleza escénica–, el Pacuare es un imán que atrae cada año a miles de turistas de todo el mundo amantes de la naturaleza y del rafting. El impacto positivo de esta actividad se percibe en la zona por servicios de guías, actividad hotelera, comercio, transporte, alimentación, etc. Muchas personas de San José y otras regiones de Costa Rica también participan de esta actividad, cuyo movimiento financiero se estima entre dos y medio y tres millones de dólares por año. 

El Reventazón presentaba un patrón económico incluso superior al Pacuare que, con la creación de la planta hidroeléctrica Angostura, desapareció por completo desde la represa hasta algunos kilómetros más bajo de la casa de máquinas, y en otros sectores disminuyó. Desgraciadamente para muchas personas, empresas e instituciones, la riqueza de ríos como el Pacuare, sólo se mide por la cantidad de energía y dinero que podrían producir sus aguas convertidas en represas hidroeléctricas. El ICE ha proyectado en el Pacuare un potencial energético de 635 MW. Las huellas de las primeras incursiones e intervenciones en la cuenca todavía son visibles: partes de bosques talados, trochas, perforaciones, y un andarivel que, como materia inerte, augura la muerte del río, en el cañón majestuoso de “Dos montañas”, en medio de un bosque exuberante y una belleza indescriptible donde la vista se diluye en una vasta espesura verde.

Las exploraciones del ICE en el Pacuare datan de los años setenta; en los últimos años las inversiones en diseño y planeamiento de las cinco represas son superiores a las realizadas en la planeación de cualquier otro proyecto hidroeléctrico en el país: 1.032 millones de colones en 1999, 1.085 millones en el 2000, y 1.087 en el 2001.

El posible impacto positivo de los proyectos hidroeléctricos en el Pacuare no representaría ningún desarrollo social a¿ largo plazo, como se ha visto ya en muchos otros proyectos: contratación temporal de mano de obra de la zona y mayores ingresos y consumo de esos empleados. La “invasión” de las comunidades por foráneos fomenta el alcoholismo, la prostitución, la drogadicción, la inseguridad social, etc. Los proyectos hidroeléctricos también cobran una cuota de familias desplazadas, fincas, centros de comunidades desaparecidas, etc. En el caso del Pacuare ésa sería la suerte de comunidades como Bajo Pacuare, Mollejones, y otras indígenas como Tanari, Awari y Boroi. La reubicación en estos casos no constituye una solución, sino parte del problema de desarraigo social y pérdida de identidad y comunión entre la cultura y sus espacios físicos.

La inundación de grandes territorios provocaría, además, la incomunicación y aislamiento de comunidades indígenas que para su subsistencia dependen de la venta e intercambio de sus productos agrícolas.

A nivel de los ecosistemas naturales no existe forma de asegurar la reproducción de las comunidades biológicas acuáticas, terrestres y aéreas, después de la disminución del caudal de un río. Ya está demostrado que inclusive el río puede quedar seco en algunos trayectos, como sucede con el Reventazón aguas abajo de la represa Angostura.

Esto ocurre porque las medidas para evitar y mitigar impactos negativos, como la definición y respeto de un “caudal ecológico”, ni siquiera se previnieron adecuadamente. Los intentos del ICE por manejar adecuadamente la cuenca del Reventazón se iniciaron después de finalizada la represa.

Los proyectos hidroeléctricos en su conjunto (represas, casas de máquinas, excavaciones, vertederos de materiales de construcción y desechos, caminos, etc.) provocan efectos negativos en la calidad del agua por erosión, escorrentía, contaminantes químicos, etc. Este efecto sería particularmente destructivo en el Pacuare cuyas aguas se consideran prácticamente limpias.

porque han visto la construcción de trochas y los deslizamientos provocados, apertura de túneles de exploración, etc. Fue en octubre del 2002, en un encuentro del Grupo de Enlace de Comunidades del Pirrís con la Dirección de Proyectos del ICE, en la que participaron organizaciones de Pacuare y Savegre y, por la presión de las comunidades,

el ICE se comprometió a facilitarles la documentación oficial sobre los proyectos, en los que han trabajado durante décadas.

Por ser uno de los ríos más bellos del planeta, y un espectacular y único portento para la práctica del rafting –debido a su caudal y belleza escénica–, el Pacuare es un imán que atrae cada año a miles de turistas de todo el mundo amantes de la naturaleza y del rafting. El impacto positivo de esta actividad se percibe en la zona por servicios de guías, actividad hotelera, comercio, transporte, alimentación, etc. Muchas personas de San José y otras regiones de Costa Rica también participan de esta actividad, cuyo movimiento financiero se estima entre dos y medio y tres millones de dólares por año.

El Reventazón presentaba un patrón económico incluso superior al Pacuare que, con la creación de la planta hidroeléctrica Angostura, desapareció por completo desde la represa hasta algunos kilómetros más bajo de la casa de máquinas, y en otros sectores disminuyó. Desgraciadamente para muchas personas, empresas e instituciones, la riqueza de ríos como el Pacuare, sólo se mide por la cantidad de energía y dinero que podrían producir sus aguas convertidas en represas hidroeléctricas. El ICE ha proyectado en el Pacuare un potencial energético de 635 MW. Las huellas de las primeras incursiones e intervenciones en la cuenca todavía son visibles: partes de bosques talados, trochas, perforaciones, y un andarivel que, como materia inerte, augura la muerte del río, en el cañón majestuoso de “Dos montañas”, en medio de un bosque exuberante y una belleza indescriptible donde la vista se diluye en una vasta espesura verde.

Las exploraciones del ICE en el Pacuare datan de los años setenta; en los últimos años las inversiones en diseño y planeamiento de las cinco represas son superiores a las realizadas en la planeación de cualquier otro proyecto hidroeléctrico en el país: 1.032 millones de colones en 1999, 1.085 millones en el 2000, y 1.087 en el 2001.

El posible impacto positivo de los proyectos hidroeléctricos en el Pacuare no representaría ningún desarrollo social a¿ largo plazo, como se ha visto ya en muchos otros proyectos: contratación temporal de mano de obra de la zona y mayores ingresos y consumo de esos empleados. La “invasión” de las comunidades por foráneos fomenta el alcoholismo, la prostitución, la drogadicción, la inseguridad social, etc. Los proyectos hidroeléctricos también cobran una cuota de familias desplazadas, fincas, centros de comunidades desaparecidas, etc. En el caso del Pacuare ésa sería la suerte de comunidades como Bajo Pacuare, Mollejones, y otras indígenas como Tanari, Awari y Boroi. La reubicación en estos casos no constituye una solución, sino parte del problema de desarraigo social y pérdida de identidad y comunión entre la cultura y sus espacios físicos.

La inundación de grandes territorios provocaría, además, la incomunicación y aislamiento de comunidades indígenas que para su subsistencia dependen de la venta e intercambio de sus productos agrícolas.

A nivel de los ecosistemas naturales no existe forma de asegurar la reproducción de las comunidades biológicas acuáticas, terrestres y aéreas, después de la disminución del caudal de un río. Ya está demostrado que inclusive el río puede quedar seco en algunos trayectos, como sucede con el Reventazón aguas abajo de la represa Angostura.

Esto ocurre porque las medidas para evitar y mitigar impactos negativos, como la definición y respeto de un “caudal ecológico”, ni siquiera se previnieron adecuadamente. Los intentos del ICE por manejar adecuadamente la cuenca del Reventazón se iniciaron después de finalizada la represa.

Los proyectos hidroeléctricos en su conjunto (represas, casas de máquinas, excavaciones, vertederos de materiales de construcción y desechos, caminos, etc.) provocan efectos negativos en la calidad del agua por erosión, escorrentía, contaminantes químicos, etc. Este efecto sería particularmente destructivo en el Pacuare cuyas aguas se consideran prácticamente limpias.

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