domingo, 18 de febrero de 2018

Ambiente: ¿ausente en las elecciones?



Por Rebeca Arguedas y Mauricio Álvarez

El tratamiento agitador y polarizador de la prensa acerca de la resolución de la CIDH sobre matrimonio, puso al miedo como protagonista de las elecciones. “Golpe de suerte” para dos perfiles bajos: el PRN y el oficialista PAC.

Costa Rica se dividió a partir de un solo tema, como talvez no lo hacía desde 2007. La agenda mediática comercial sepultó cualquier otro asunto de interés nacional, incluidos los conflictos socioambientales. Los candidatos no hicieron mucho o nada al respecto. ¿Cómo legitimar unas elecciones nacionales donde el debate para decidir el voto fue sustituido por un circo del miedo?¿Esto es democracia?.

La segunda ronda se perfila como un referendo acerca de la tradición moral. En 2007 muchos consideramos el referendo del TLC un fraude en sí mismo por la manipulación y la desinformación para sembrar el terror. Esta vez, se repite la fórmula del miedo. Muchos nos hemos sentido al filo de una teocracia fundamentalista evangélica, como la gran sorpresa, aún en medio de la naturalizada o debilitada teocracia católica en la que ¿vivíamos?.

¿Cómo pudo ser que el Partido Restauración Nacional (PRN) llegara a la segunda ronda? ¿Cómo un partido que logró inscribirse a escala nacional hace unos cinco años y se consideraba minoritario y casi desconocido, diera ese salto? ¿Son los valores tradicionales la única variable que determinó el voto de los cantones más empobrecidos de las provincias fronterizas y costeras?

Sin pretender determinar las razones y emociones, concientes o incoscientes, detrás de ese voto, resulta importante contextualizar, en este caso en términos ambientales, faltarán muchas otras claves de análisis como el peso del patriarcado por ejemplo, para aportar luces para profundizar y encontrar rutas conjuntas más integrales para un país más sustentable y justo.

La desigualdad social y económica ha ido en aumento en Costa Rica. El golpe ha sido para las poblaciones más excluidas: mujeres rurales y urbanas vulnerabilizadas, pueblos indígenas, poblaciones fronterizas, campesinas y costeras dedicadas a la pesca artesanal, por mencionar algunas.

Muchos de los cantones fuera de la GAM que votaron por el no al TLC, diez años después votaron mayoritariamente por el PRN, y los que le dieron la victoria al “sí” votaron por el PAC. Si con este voto sostienen el rechazo a un modelo entreguista y extractivista de bienes comunes naturales ¿desconocen el proyecto neoliberal del PRN o lo consideran menos peligroso que del PAC?

Este modelo sigue y seguirá atravesando la vida contidiana de estos sectores, es decir sus familias, excluyendo y por tanto provocando mayor conflictividad socioambiental. ¿Voto protesta y/o protestante?, ¿serán los “valores” o la “familia tradicional” conceptos abstractos que si se aterrizan a lo cotidiano pasan por la búsqueda de asegurar estabilidad, un lugar seguro y de bienestar para la vida que no garantiza el Estado? ¿de manera implícita hubo un voto en estos sectores en contra de la desposesión, el abandono y la desigualdad?.

En un sistema electoral presidencialista, Fabricio podría representar para sus simpatizantes, la única opción diferente o refrescante, al menos en apariencia, talvez es visto como “el cambio” en estas elecciones, no lo sabemos. Sin embargo, es un hecho que la desinformación mediática poco o nada nos ha ayudado a comprender y ahondar en el fenómeno neointegracionista católico-evangélico, de ultra derecha neoliberal, de orden internacional que apuesta con toda agresividad por la explotación indiscrimanda de los bienes naturales y del ser humano. El PRN ya se sumó al odio y estigmatización del ecologismo, llamando “ecólatras” a defensores de la naturaleza y de las comunidades y anunciando su intención de resusitar la minería y pasar por encima del consenso nacional que la eliminó.

El abstencionismo se perfila como el ganador de la segunda ronda. En estas provincias, el mayor porcentaje del electorado no votó. El común denominador: un voto fragmentado pero en contra del partido oficialista, ahora sinónimo “de más de lo mismo”.

Desde el punto de vista socioambiental, consideramos que no es casual que estas provincias ganadas por el PRN sean el escenario de los mayores conflictos ambientales y que esta admistración presente los mayores índices de conflictividad ambiental de los últimos 20 años, según informes del Estado de la Nación.

Guanacaste, es un excelente ejemplo. Los perdedores del modelo han sido desplazados por el despojo de tierras para megaturismo y la expansión inmobiliaria y su consecuente injustica hídrica, además de los monocultivos que acaparan el agua y provocan escasez para el resto.

Con el famoso turismo de todo incluido para visitantes y todo excluido para las comunidades vecinas, Sardinal es el caso paradigmático de resistencia histórica al megaproyecto de extracción de agua, para casas lujo con piscinas y muchos proyectos de condominios: solo en una pequeña franja de menos de 100 kilómetros entre Papagayo y Tamarindo se encontraban unos 100 hoteles de playa para 2010, muchos ligados a marcas internacionales (Crest, 2010). Allí el partido de gobierno se llevó una paliza ¿respuesta “indirecta” a la represión con garrote y lacrimógenos que ha vivido incluso en plena campaña electoral?.

En el norte de Alajuela, tierra del olvido y territorio piñero, ganó el PRN en el distrito de Pital y perdió el agua. En plena contienda electoral, se conoció un nuevo pozo contaminado por causa de las piñeras. Se comprobó en el acueducto de Veracruz de Pital, la presencia de bromacil, agrotóxico con nefastas consecuencias para la salud humana. Parece que el caso de Milano de Siquirres, con más de diez años de vivir con agua de camiones cisterna, no ha sido suficiente para poner alto al envenamiento de ríos por la piña. Lo mismo sucede en los Chiles y otros cantones piñeros del Caribe y el Pacífico Sur.

Son vidas como la de Mariana y don Jorge (Voces Nuestras, 31-01-2018), que justo días antes de las elecciones hicieron pública su derrota frente la expansión piñera, a pesar de haber llegado a acuerdos con el propio Presidente de la República, el cual los incumplió y no tuvieron otra opción que dejar su tierra, como pasa con cientos de pequeños ganaderos y productores agrícolas y miles de personas que se ven expulsadas de sus tierras por “dar paso al desarrollo” sumados claro están a otros nudos como lo son el narcotráfico y la prostitución, entre otros.

Entonces ¿de qué hablamos cuando decimos protección al ambiente? hablamos de reducción de la pobreza, combatiendo la sobreriqueza, la concentración de agua, suelo y protección de los medios de vida para las comunidades. Cuando decimos protección y uso responsable de la naturaleza no estamos hablando de otra cosa que no sea política social y económica.

¿De qué le ha servido al país la impunidad ambiental y privilegios otorgados por el Estado a los grandes inversionistas del megaturismo y de la expansión piñera por citar dos ejemplos?. Mientras ese modelo no ha sacado a la gente de la pobreza, las iglesias evangélicas, muchas neopentecostales, han sabido llegar donde nadie más, llenan vacíos materiales y simbólicos, que se convierten o representan en muchos casos verdaderas redes de sobrevivencia. Sin desconocer, claro está, el fenómeno local, regional y mundial al que responden, por lo contrario es un llamado a buscar comprender su complejidad. Sabemos que muchas de estas comunidades son utilizadas por “apóstoles” y “súper apóstoles”, como se auto denominan, y “vendidas” para fines políticos, en este y otros países.

¿Adónde quedaron estos temas en el debate político en la campaña electoral? La fiesta electoral, o circo mediático-electoral, va en detrimento de tomar decisiones con base en información necesaria en uno de los momentos, se supone, más serios y de real ejercicio de la sacralizada democracia. Vamos a las urnas con contradicciones, frustración, manipulaciones, miedo, odio, prejuicios, euforia, con duda, pero sobre todo vamos con ignorancia inducida.

El perfil de los votos por el PRN y otros, habrá que configurarlos con mayor profundidad, tomando en cuenta más los contextos, formas y momentos de vida. Necesitamos más análisis que crucen las diversas realidades de un sistema que ahonda en la desigualdad por clase, por género, por “raza”, entre otras. Qué el ambiente deje de estar ausente, pasa por comprender mejor las brechas que nos separan y pasan la factura a toda la población en sus ecosistemas, pero de maneras diferenciadas, y con el fin de proponer y practicar soluciones, no podemos seguir aislando la justicia social, económica y de género, del cuido de la naturaleza.

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